Por José Ángel Solorio Martínez.
Luego de la explosión político-electoral -prohijada por el panismo tampiqueño- que generó un exponencial crecimiento del PAN, en Tamaulipas en los años 80 -pasó de ser un partido de cuadros, a un partido de masas-, que en el siglo XXI lo llevó hasta la gubernatura, ahora enfrenta el riesgo de vivir una implosión que podría instalarlo en sus orígenes de organización apocada y discreta.
En los inicios de su prometedor futuro, obtuvo sólo en la frontera, más de veinte mil votos. En su mas alta cresta de clientela electoral, lograría levarse más de 600 mil sufragios en los comicios que derivaron en el triunfo de la alternancia, con Francisco García Cabeza de Vaca.
La contradicción de ese monumental triunfo, provocó la entronización de un panismo norteño, -pragmático, arribista, oportunista- que arrinconó al panismo que por décadas estuvo batallando para posicionar al partido en las preferencias ciudadanas: el panismo doctrinal, el panismo de principios azules, que se apoltronó en el sur del estado.
La visión del bando ganador, hizo cambiar la cosmogonía del PAN. Se aceleraron las concertacesiones, y se sumaron a las estructuras partidistas militantes de éticas y morales laxas.
La óptica patrimonialista del cabecismo, se impuso sobre la praxis del panismo porteño, que se ha preocupado por votar alcaldes con intereses en la ciudad y con vocación, por la mejora de espacios de la ciudad que les ha dado para vivir holgadamente por décadas.
A diferencia del movimiento azul fronterizo, -reside en el sur de Texas, USA- el panismo porteño, ha vivido por lustros en Tampico. Es decir: a los alcaldes que han gobernado Reynosa, poco les ha importado el desarrollo de un municipio; lo han visto, más como herramienta de enriquecimiento y menos como instrumento de servicio a la comunidad.
¿Qué agobios por problemas de servicios públicos pueden sufrir, los políticos reynosenses que viven en Mission, Texas?
Buena parte de los alcaldes panistas, ya son ciudadanos de USA, por sus inversiones, negocios y bienes inmuebles.
(Entre ellos el morenista, Makyito Peña Ortiz cuya mentalidad está pintada de azul).
En Tampico, es diferente.
Las élites jaibas, tienen en su naturaleza, una vocación empresarial; y bajo esa lógica, toda vez que Tampico tiene una vocación por los servicios -turismo, comercio local, regional y global-, tienen claro que un espacio con esas características, en mucho, su éxito se fundamenta en la generación de un entorno facilitador para usuarios y oferentes que dan potencia al mercado.
Es explicable, por esa visión, el notable desarrollo urbano, la armonía entre el grande, mediano y pequeño comercio, el eficiente manejo de los servicios públicos como agua, recolección de basura, seguridad, alumbrado público y drenaje.
¿Se puede comparar, Reynosa con Tampico?
La ponderación, tiene que abordar el fondo del asunto: la organización del poder municipal.
Los presupuestos, son similares -millones más, millones menos-.
La implosión que viene, tiene mucho que ver con el ejercicio del poder de la porción del PAN que controla Cabeza de Vaca. Va por todo: las candidaturas y la continuación de su hegemonía al interior de panismo tamaulipeco. Los azules doctrinarios -ante la imposibilidad de ir al debate, con un antagonista que poco sabe de ello-, se perciben prudentes y cautelosos.
Una de las peculiaridades del cabecismo, es su insensatez.
Su incorporación a las mesas del PAN y su precandidata, Xóchitl Gálvez, habla de su personalidad: no le importa degradar y manchar a su partido; su fundamental objetivo, es lograr para él ventajas a toda costa.
Muy probablemente, si sigue el empecinamiento de CdeV, el panismo regresará cuarenta años y se instalará como un partido de cuadros cuyo centro de gravitación de nueva cuenta, será Tampico.
