Por José Ángel Solorio Martínez.
El mensaje del gobernador Américo Villarreal Anaya, en respuesta a la toma de las instalaciones de la SEP de Tamaulipas, no trasuda buenos augurios. Lejos de tener visos de conciliación, deja entrever, el reproche oficial al SNTE por realizar la estrategia de choque, sin antes agotar el diálogo.
Es lo que se infiere, del mensaje hecho público por el Ejecutivo estatal.
De otra forma: la postura de la Sección XXX es irreductible; tanto, como lo es la posición del gobierno estatal.
¿Qué se puede inferir de ese entrampamiento, de esa correlación de fuerzas que hasta el momento se manifiesta en un tenso empate?
1.- El magisterio, pide el intercambio de ideas con el gobernador; solicita explícitamente, el desplazamiento de la mesa de negociaciones a la secretaria de la SEP, sin exponer sus razones, aunque se infiere que su capacidad de interlocución se fundió por diversas razones. El gobernador, expone que ha girado instrucciones, para la realización de una mesa de diálogo en la cual altos funcionarios de la administración estatal, tendrán oportunidad de atender a los profesores.
En síntesis: el Ejecutivo estatal, no está en el ánimo de atender directamente a los maestros.
Primer, obstáculo para los pactos de distención.
2.- El profesorado, pide pagos a profesores que han sido desplazados de los beneficios pecuniarios de la institución, por razones diversas. La IV T, argumenta es el gobierno federal el responsable de cubrir esos adeudos.
Segundo dique para pasar a convenios: uno y otro factor, se han atrincherado en sus áreas de poder.
3.- El Ejecutivo estatal, asegura que desde el inicio de la administración se ha escuchado a los profesores. La Sección XXX, sostiene que hasta ahora no se han resuelto sus peticiones.
Tercer bordo, entre autoridad y sindicato, el cual se erige como fuerte impedimento para construir una atmósfera de concordia entre gobierno y trabajadores de la educación.
En suma: se abre la posibilidad, de que los factores de la Federación y del CEN de SNTE, se incorporen al caldo de cultivo tamaulipeco, y se extienda la divergencia a espacios en donde queden reducidos los actores locales. Más claro: que ambas partes en tensión, sean llamados por las entidades federales para el prudente pacto de consensos.
A la Sección XXX, esa eventualidad, potenciaría su presencia e influencia en la región; para la IV T tamaulipeca, esa circunstancia, erosionaría su autoridad ante la incapacidad de resolución de las contradicciones emanadas de un magisterio soslayado por lustros en la entidad y un aliado de AMLO en la implementación de sus políticas educativas.
¿Qué podría perder la Sección XXX, en esa confrontación?
Quien lo ha perdido todo -el cabecismo, y los líderes charros del magisterio que se echaron en manos de Cabeza de Vaca, casi aniquilaron el sindicato de maestros-, no tiene nada que perder.
Quien ha ganado todo -la IV T en la comarca-, más temprano que tarde, enfrentará en un futuro, el descalabro.
A menos que se crea, en la eternidad del poder.
Arnulfo, sabe lo que esta haciendo.
Juega con las manecillas del reloj político.
Las horas corren en favor de los profesores; los tiempos electorales, amenazan llegar al cuello de la IV T.
No es por intrigar, pero en el corazón de la divergencia SNTE-IV T, -aparte de las justas peticiones económicas- se mueven como fría plasma, más de cien mil votos de la comunidad magisterial.
Se nota: nadie está bromeando, en este primer desafío social enfrentado por la administración estatal guinda.
Apremian resultados.
Está a punto de desaparecer, la frontera entre el caos y la armonía.