Te contamos todo lo que se conoce sobre el Triops, un género de pequeños crustáceos notostráceos de la clase Branchipoda, también conocidos de forma más memorizable como “tortuguitas” o “camarón renacuajo”.
Y es que estos pequeños animalitos de movimientos divertidos no son una especie más: podría tratarse de la especie viva más antigua del mundo, aquella que convivió con los dinosaurios y fue una de las pocas que resistió al cataclismo planetario que acabó con el 70% de las formas de vida prehistóricas.
¿Un fósil viviente en El Palmar de València?
Conocido popularmente como “tortuguita”, no hace falta irse al otro lado del planeta o adentrarse en una selva impenetrable para conocer a la especie viva más antigua del mundo. En la propia Albufera de València se encontraba el Triops cancriformis, como detalla la bióloga María Sahuquillo, el crustáceo branquiópodo que ha sido incluido en el Catálogo Valenciano de Especies de Fauna Amenazadas siendo criado en el Centro de Conservación de Especies Amenazadas de la Comunitat Valenciana, en El Palmar.
Paradójicamente, una de las especies que pertenece al género Triops, el Triops longicaudatus, también está incluido en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras en el apartado de “crustáceos” porque no solo puede “alterar el hábitat y transmitir enfermedades y parásitos”, sino también “causar daños en los cultivos de arroz”. Y es que la tortuguita es omnívora, alimentándose tanto de restos vegetales como animales. Así que olvídate de este “fósil viviente” si la quieres como animal de compañía en tu pecera porque será ilegal con la nueva ley.
El ‘triops’ y sus parientes prehistóricos: ¿la misma especie?
Un “fósil viviente” es una expresión informal acuñada por Darwin que se usa para calificar a las especies no extintas que han evolucionado de manera muy lenta conservando rasgos de sus antepasados más antiguos. Pero este concepto no deja de ser controvertido y negado por diversos científicos lo que complicaría la calificación del Triops —u otros “fósiles vivientes”— como la especie más antigua.
Y es que, ¿hasta qué punto podemos estar seguros de que los animales actuales son la misma especie que la de hace 250 millones de años? Este estudio en el que intervinieron varios investigadores de universidades británicas y españolas como la bióloga evolutiva África Gómez —precisamente licenciada en la Universitat de València— investiga el concepto de “fósil viviente” que se ha asociado durante décadas a grupos que parecen haberse diversificado poco y son morfológicamente estables durante largos períodos de tiempo evolutivo, con ejemplos que incluyen cicadas, tuátaras, celacantos, cangrejos herradura, etc.
Pero, en fechas recientes, han comenzado a aparecer biólogos que rechazan este concepto porque no se ajusta a la realidad biológica de las especies: “la estasis morfológica —cambio morfológico mínimo o nulo— puede oscurecer los patrones de diversificación de las especies, y análisis filogenéticos recientes calibrados en el tiempo de algunos «fósiles vivientes» han revelado que las especies existentes en realidad divergieron recientemente”.
Los investigadores tomaron el orden de crustáceos branquiópodos conocidos como notostráceos que incluye una sola familia actualmente, los triópsidos o Triops, considerada comúnmente, como hemos visto —sale hasta en el libro Guinness de los récords—, fósil viviente y la especie viva más antigua del mundo. Y es considerada así porque su rico registro fósil se remonta al Devónico temprano —hace 400 millones de años— y su morfología está altamente conservada.
Tradicionalmente, se consideraba que los fósiles vivientes implicaban una falta de cambio evolutivo, incluso en contra de la evidencia de un cambio evolutivo molecular. Pero el análisis de datación de los investigadores de este estudio ha demostrado que “los camarones renacuajo pueden considerarse «fósiles vivientes» sólo por motivos de conservadurismo morfológico, no por su diversificación limitada o su condición de relictos, —remanentes supervivientes de asociaciones biológicas—. En cambio, a lo largo de su larga historia evolutiva, los notostráceos han sufrido múltiples propagaciones globales y un alto recambio de especies”.
Es decir, considerar al camarón renacuajo o “tortuguita” la especie viva más antigua del mundo no deja de ser dudoso porque… es controvertido considerarla “la misma especie” que vivió hace 250 millones de años. Aunque, eso sí, y, en cualquier caso, comparte muchas características con sus parientes más antiguos, muchas más, desde luego, que un humano y una esponja, el que se supone es el animal más antiguo de la historia, con sus 890 millones de años, y, por lo tanto, nuestro primer ancestro.
Cómo un camarón renacuajo sobrevivió a los dinosaurios
Pueda ser o no el Triops actual considerada la misma especie que vivió hace 250 millones de años, conviene recordar, una vez más, que nuestra especie, el homo sapiens, lleva en la Tierra hace algo más de 200.000 años. Si nosotros somos un bebé recién nacido, el Triops tiene ya 1250 años de vida, para hacernos una idea de la “experiencia” que nos puede aportar, razón por la cual el estudio de estos organismos es tan interesante.
¿Sería capaz el ser humano de sobrevivir 250 millones de años… en el caso de que nuestro planeta dure (habitable) ese tiempo? Para conseguir este “milagro” inconcebible hoy en día —por tantas y tantas razones que sería imposible de enumerar en un texto como este— tal vez deberíamos empezar por desarrollar un caparazón…
Según se desprende de los estudios sobre la evolución de esta clase de crustáceos comparándolo con los fósiles de crustáceos antiguos, la forma exterior del Triops habría permanecido prácticamente igual desde tiempo inmemorial, aunque la distribución de sus órganos y articulaciones se ha ido adaptando de forma paulatina según las necesidades de cada etapa.
Y es que mientras nuestro planeta ha sufrido todo tipo de alteraciones, la tortuguita ha seguido su evolución impertérrita viendo la vida pasar con sus tres ojos, escarbando en el suelo con sus 70 pares de extremidades y habitando charcos fangosos y lagos aparentemente inertes que poco se parecen incluso a los miniapartamentos de hoy en día en el que nos hacinamos muchos humanos.
Y una de las razones de esta “inmortalidad” a nivel de especie es, no solo su ancestral caparazón, sino la resistencia de sus huevos que pueden mantenerse latentes durante décadas esperando las mejores condiciones para eclosionar. Desgraciadamente para nosotros, ni el bebé (ni su madre) pueden esperar latentes durante décadas para “eclosionar”, así que deberemos buscar otras vías para perdurar, aunque sea una mínima parte de los 250 millones de años que ha logrado sobrevivir este animalito.