La campaña de Arturo Núñez Ruiz, como candidato senatorial de la alianza ‘Fuerza y corazón por México’, tiene la característica de ir de menos a más, por lo que habría un cierre apretado en el hándicap que ya entró a su etapa final.
Esto puede confirmarse en los recorridos territoriales que cumple día a día el priista –desde el pasado uno de marzo–, escuchando al electorado y hablándole de frente. Sin promesas vanas. Ni ofreciéndole lo que no podría hacer directamente en la Cámara alta por ser facultades directas del Poder Ejecutivo, aunque sí comprometiendo su palabra con la gestoría de le toca hacer a los legisladores federales, además de crear y reformar leyes.
De los diez candidatos al Senado (que hay en Tamaulipas) sólo hacen campaña a fondo Eugenio Javier Hernández Flores, del partido verde; Olga Patricia Sosa Ruiz (morena) y Núñez Ruiz (PRI), según he observado.
Sin embargo, en la elección se vota por fórmulas. Es decir, por los dos abanderados de cada membrete (o coalición), así que ‘Geño’, Olga y Arturo obligados están a hacer campaña, también, por compañeros de aventura, a pesar de que estos se la pasen en la güeva.
Al arrancar esta carrera, Olga salió adelante. Pero en el camino se han aplicado Eugenio y Arturo, aminorando la ventaja.
Los dos primeros ocupan el primer sitio de las fórmulas, lo que facilita su llegada al Senado de la República por la vía de mayoría, o de la primera minoría; en tanto que Arturo tiene que hacer un doble esfuerzo para ocupar un escaño, ya que, por ‘enjuagues’ de la alianza, va en segundo lugar de la fórmula.
Como fuere, la campaña intensa que realiza podría generarle una gran cantidad de votos, que también cuentan para que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se recupere en materia político-electoral y conserve aquí en Tamaulipas su registro.
Núñez Ruiz es un priista de cepa. Y no se raja ni se vende, para hacer posible el rescate del tricolor, pues convencido está de sus principios y sus documentos básicos, declaración de principios e importancia en la práctica política nacional.
Por tanto, mucho mérito tiene su aportación en una contienda adversa para el PRI.
Sobre todo, ante el agandalle del membrete albiceleste con el reparto de candidaturas federales y locales.
He compartido esta reflexión con otros analistas, coincidiendo en que, Arturo Núñez Ruiz, es un gran candidato y se verá con los resultados de la jornada electoral, pues se prevé un cierre apretado en este hándicap.
Rumores electoreros
El juego sucio es característica inherente de los políticos que no pueden justificar, con trabajo propio, sus méritos como candidatos a los distintos cargos de elección popular.
Por eso gustan soltar rumores a la prensa que, por cierto, no alcanzan su cometido, merced a la ligereza de los planteamientos –la mayoría de las veces–, o porque el receptor, por convicción propia, se rehúsa a magnificar supuestos que en nada contribuyen a la objetividad periodística y sí, por el contrario, a la real pérdida de credibilidad tanto de él como de la prensa en su conjunto.
El comentario surge porque (a últimas fechas) algunos periodistas hemos sido bombardeados con información que refiere ciertos deslices en la vida privada de algunos aspirantes a senadores, diputados federales, presidentes municipales y diputados locales, sin que los autores de la embestida se atrevan a dar la cara.
Ya por cobardía, o, como ellos argumentan desde el anonimato, ‘por razones obvias’.
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, es muy clara al consignar que la libertad de expresión debe respetarse siempre y cuando no atente contra la vida privada de los individuos, pero hay quienes arguyen que un político no tiene vida privada, en clara alusión a su afán de ganar espacios a través de noticias escandalosas, con las que intentan lograr popularidad entre la opinión pública.
En lo sucesivo y hasta la víspera de la contienda comicial del 2 de junio próximo, seguramente arreciarán los golpes bajos que refieran el mal comportamiento de fulano, zutano o mengano (en su vida privada), sin que nada ni nadie pueda frenarlos aun cuando se tratare de simples especulaciones, porque igual que los periodistas éticos existen vividores del oficio que en el chantaje y la extorsión encuentran su modus vivendi.
Por lo que respecta a la prensa profesional –los lectores bien que la ubican–, ésta difícilmente haría eco a la infamia, a la diatriba, o, en su caso, a la reproducción de versiones que no le constaran, aunque en las redes sociales encuentran cabida y hasta se magnifican.
El tema viene a colación porque a mi correo electrónico ha llegado cualquier cantidad de anónimos que consignan supuestos malos comportamientos de los aspirantes; su afición por las drogas, el alcohol y las mujeres; amén de algunas tropelías familiares.
Igual hablan de situaciones que sí están enmarcadas en su actividad política, como son el origen de los dineros presumiblemente ilícitos que podrían utilizar en sus campañas de proselitismo; el abuso de influencias con las que buscan lograr su cometido, y algunos actos de corrupción en los que supuestamente se han visto involucrados.
Pero eso es harina de otro costal; y de ello hablaré en futuras colaboraciones, pues hoy me ocupa simplemente la necesidad de aclarar que no soy, ni pretendo ser, repetidor de especulaciones ni mucho menos tengo interés en entrometerme en lo que no me importa. O sea, en la vida privada de los candidatos.