¿Hay diferencias entre las candidatas presidenciales Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez?
Evidentemente: muchas.
Unas de carácter ideológico; otras de tipo programático –que conlleva la visión condicionada por la ideología– y las menos de retórica que es la mezcla de las dos anteriores.
Veamos:
1.- Sheinbaum, es una científica que se ha movido casi toda su vida en el mundo del conocimiento: impartió clases en la UNAM y destacó por sus aportaciones a investigaciones sobre el medio ambiente; Gálvez, es una empresaria que ha generado negocios, los más rentables vinculados al poder, presume ser ingeniera y ser una chingona e invita a los jóvenes a ser como ella: hizo más de mil 400 millones de pesos en menos que canta un gallo por contratos facilitados por el gobierno de su amigo Fox y su cuate Calderón.
2.- Gálvez ha gobernado una delegación de la CDMX; al parecer no lo hizo tan mal: los panistas la adoran por esa experiencia. Claudia, administró la ciudad y generó cambios sustanciales en las políticas gubernamentales de ese monstruo demográfico. A la panista le reclaman que haya apoyado al cartel inmobiliario, que a costa de dañar la ciudad y traficar con influencias, cambiaron el rostro de la ciudad; a la morenista, se le cuestiona la caída del Metro y que es subalterna –o marioneta– de AMLO.
3.- Xóchitl, es abierta y públicamente neoliberal –entendido como el proyecto que otorga prioridad al mercado sobre el Estado–: impulsa como todos los promotores de esa visión socioeconómica, entregar las paraestatales a manos privadas –PEMEX, CFE, Sector Salud, universidades, etc.–, acabar con las políticas sociales de apoyo a grupos vulnerables –tercera edad, madres solteras, estudiantes pobres, subsidios para los productores agropecuarios, etc.–. #esClaudia, es un personaje de la vida pública nacional, que se ha significado por militar en muchas de las causas de la Izquierda; desde su actividad en grupos universitarios en defensa de la gratuidad de la UNAM y de la educación para todos, hasta su adhesión a las campañas de AMLO en el 2006, 2012 y 2018.
La prianista, promete regresar al pasado del capitalismo salvaje y familiar de Fox y Calderón; la morenista, convoca a profundizar las políticas anti-neoliberales del presidente, Andrés Manuel López Obrador.
Es decir; ni una ni otra, niega la cruz de su parroquia.
4.- Existe una gran diferencia entre el discurso de una y otra. La prianista, es incoherente, deshilvanada –pareciera que sufre dislexia: no completa frases, no comprende cifras, confunde lugares, olvida fechas y cambia nombres–; la morenista, es precisa y concreta –virtudes, que se han afinado en la praxis de la docencia– y se explica con claridad. Esa disparidad, se ha visto al momento en que ambas, se enfrentan al mismo auditorio. En los encuentros con empresarios, las dos han hecho notar sus fortalezas y debilidades.
5.- El reciente sondeo estadístico-electoral en la comunidad universitaria del país, trajo sorprendentes resultados. Sheinbaum, superó con mucho, a Xóchitl que se deslizó al tercer lugar porque Máynez la superó con toda facilidad. Se infiere: los jóvenes, rechazaron la retórica ocurrente y superficial de Gálvez y externaron sus simpatías por Sheinbaum al tiempo de darle un voto de confianza al candidato naranja.
Otro dato: los universitarios, se acogieron al estilo de #esClaudia, por su esencia didáctica, más cercana al mundo de la universidad, que las proclamas de la panista que ha hecho del martirologio y la victimización, sus herramientas favoritas para convencer.
6.- A #esClaudia, la apoyan dos partidos de ética cuestionada, criticada; muy cierto: PT y PV. A Xóchitl, se le han adherido, dos partidos objetivamente impresentables: el PRI y el PRD.
¿Quién suma más simpatizantes a cada candidata?
Lo veremos el 2 de junio.
Por lo pronto, disfrutemos las paradojas de nuestra sociedad: jodidos apoyando a la Banca y mega empresarios, sumándose a la candidata de Izquierda.