La intimidación que simpatizantes y militantes de Movimiento Regeneración Nacional (morena) y los partidos Verde Ecologista de México (PVEM) y del Trabajo (PT) han sufrido por parte de grupos criminales en Nuevo Laredo y otros municipios de Tamaulipas, es una acción deleznable que amerita ser profusamente investigada por la Fiscalía General de Justicia.
En la víspera, los dirigentes estatales de esos membretes (coaligados) ofrecieron una conferencia de prensa para denunciar el terrorismo político-electoral practicado, principalmente, por los partidos Acción Nacional (PAN) y Revolucionario Institucional (PRI), según dijeron –aunque concretamente acusaron a Yahleel Abdala Carmona–, al tiempo de denunciar que también hay representantes de las mesas de casilla que han sido amedrentados en sus propios domicilios particulares.
Horas antes, la candidata a la alcaldía de Nuevo Laredo (Carmen Lilia Cantúrosas Villarreal) reportó que cinco de sus colaboradores de campaña desaparecieron desde el pasado 24 de mayo y no han sido localizados, por lo que sospecha se trata de un secuestro por parte de los mismos trúhanes que en los últimos días se han dedicado a destruir su propaganda para, en su lugar, pegar la de Yahleel.
Este terrorismo electoral se advertía desde semanas atrás.
Sin embargo, las autoridades electorales desestimaron que pudiera en el estado darse un clima de violencia como el que empieza a asomar, cada vez más intenso, en varias regiones como Reynosa, la zona azucarera y el centro del estado. Concretamente en Hidalgo, Mainero, Villagrán, Jiménez, Padilla, San Carlos y San Nicolás.
Le comento que la situación de amago al electorado era previsible, ya que es costumbre de los grupos más radicales del membrete albiceleste el terrorismo en tiempo de comicios para inhibir la participación ciudadana y/o manipular el voto en favor de los suyos.
Mediante descalificaciones en las redes sociales y la intimidación, con todo descaro algunos prianistas iniciaron la guerra sucia, pero lo peor quizá esté por venir, pues de la amenaza han pasado a las agresiones físicas.
Ahí está lo ocurrido en Nuevo Laredo.
Y en Jiménez, donde fueron heridos cinco participantes de la comitiva de campaña del candidato de Movimiento Ciudadano (MC) a la alcaldía, el pasado lunes 27.
Como preámbulo de lo que hoy está ocurriendo, en febrero 22 próximo pasado fue baleada la casa de la candidata a la alcaldía de Jiménez, por la coalición morena-PT-PVEM, Corina Esther Garza Arreola, cuando (todavía) era aspirante a la nominación.
Y también el homicidio de Noé Ramos Ferretiz, acontecido en Ciudad Mante el 19 de abril que pos antecede, aunque se dice que este nada tuvo que ver con el proceso electoral concurrente.
Lo cierto es que ya se han prendido los focos rojos en el estado, como lo anticipó Acción Nacional en un mapeo sobre las zonas de riesgo.
¿Acaso como una advertencia de lo que ahora sucede?
Descalificación sistemática
Aquí, en este mismo espacio, hace días le comenté que fuentes dignas de todo crédito me advirtieron que en se estructuraba una campaña negra en contra de los candidatos guindas que juegan por las alcaldías, como parte de una maniobra electorera más del membrete albiceleste.
Igual le comenté que en circunstancias normales rumores como éste no impactarían negativamente en la opinión pública, por sólo ser tácticas recurrentes para mendigar espacios en la prensa.
Pero en un contexto donde la política humanista es la prioridad del quehacer político-administrativo estatal, me parece una atrocidad
Sobre todo, cuando hay retrógradas que buscan la descomposición del sistema. Entes amafiados con ex funcionarios estatales enfermos de poder, que quisieran ver a Tamaulipas hundido en la pobreza, el atraso, la anarquía y la inseguridad, nuevamente.
En este sentido, toca a las guardias Nacional y Estatal intensificar sus patrullajes; y a la Fiscalía General de Justicia, atender toda denuncia en el momento preciso, sin dilación, porque el espectro de la violencia es real.