Por José Ángel Solorio Martínez.
Después de la revolución mexicana, la capital de Tamaulipas, -incluso, mucho antes-, fue gobernada desde el Ayuntamiento, por un interlocutor -amigo, compadre, ahijado, vecino- del gobernador del estado. Ese encanto, se rompió con la llegada de Gustavo Cárdenas Gutiérrez -por el PAN- a la alcaldía victorense en 1993, contra los designios del Ejecutivo estatal, Manuel Cavazos Lerma.
¿Qué generó esa disrupción en el sistema político regional?
1.- Las formas autoritarias -y por lo mismo excluyentes- del gobernador MCL.
2.- La presencia en ciudad Victoria del poderoso -por lo transexenal- grupo capitaneado por el ex gobernador, Enrique Cárdenas González: acumuló tanto poder económico -gaseras, gasolineras, ranchos, radiodifusoras, bienes inmuebles- en el centro el estado, que se transformó en uno de los poderes fácticos más influyentes de la comarca.
3.- Fisuras en el PRI, que intuitivamente se alejaban de un neoliberalismo galopante. Grupos militantes se marcharon al PAN en tanto otros engrosaron al PRD -entonces comandado por Cuauhtémoc Cárdenas-.
4.- El desplazamiento de Hugo Andrés Araujo de la Torre, personaje que encarnaba las expectativas de los victorenses. Apostaban más a este personaje -cercano a uno de los cuadros más potentes de los Cárdenas González: Manuel Muñoz Rocha-, que por el matamorense a quien visualizaban como un ente ajeno a su percepción del poder y de la política.
Sin saberlo, fueron víctimas del neoliberalismo; o de la clase política que lo representó en la región. Desde MCL, hasta Egidio, languidecieron permanente y continuamente.
La ausencia física de ECG, marcó su real anemia.
Sus negocios, entraron en una etapa declinante: sus radiodifusoras y su medio impreso, dejaron de ser aquellos poderos instrumentos de presión política; de igual forma: sus cuadros políticos se cansaron e inició un proceso de achicamiento de sus expresiones de poder al interior de los gobiernos.
Actualmente, son sólo un recuerdo de esos tiempos dorados.
Otro punto de inflexión que explica su desangramiento, fue su negativa de abandonar al PRI, y aliarse con la emergente fuerza que era el lopezobradorismo. El empecinamiento de mantener el control del tricolor, fue más fuerte; les ganó, el amor de lo menos y perdieron el cariño de lo más.
Otra: Lalo Gattás, quien militó durante casi toda su vida en el tricolor y estuvo a la sombra de los Cárdenas, se sumó a MORENA.
Apostó todo su resto; y ganó.
Ese campanazo del hoy alcalde, pasó por un proceso de aclimatación: hizo carrera con los guindos sufriendo una derrota dolorosa, -2018- al inicio de su alianza con los morenos. Los Cárdenas, pensaron que no se habían equivocado al permanecer en el PRI.
Sí; sí se equivocaron.
Gattás, ahora es uno de los cuadros más potentes en la zona centro del estado en tanto, los Cárdenas, son ahora un bando político en descenso.
Han sido muy públicos los distanciamientos, entre Lalo y los Cárdenas. La raíz de ese fenómeno, es el alineamiento entre corrientes sociales enemigas. (Enemigas, porque buscan lo mismo, en el mismo momento, diría el sabio florentino).
Los astros están alineados: Lalo Gattás, contra Alejandra Cárdenas.
Podría ser una de las últimas aventuras político-electorales de la corriente cardenista tamaulipeca. O al menos, una de sus últimas experiencias como protagonista.
En política, lo que no se paga, se sigue arrastrando como deuda.
Los Cárdenas, quedaron emparedados, entre el neoliberalismo y el lopezobradorismo.
Gattás, podría colaborar para cerrar el ciclo histórico de un afluente sociopolítico que está pereciendo por no cambiar.