Por Carlos López Arriaga.
Cd. Victoria, Tam.- Negativa fue la reacción de la opinión pública nacional ante la manera abrupta en que se truncó el proceso interno para seleccionar la candidatura presidencial del bloque opositor.
La bestia negra de dicho tropezón se llama ALITO MORENO CÁRDENAS y su principal pecado habría consistido en tirar la toalla antes de tiempo. En el último raund.
Malogró con ello la vía natural prevista por los organizadores y desairó a millares de participantes que sin duda merecían vivir (experimentar, festejar) la ruta programada de votación, conteo y declaratoria de triunfo.
Le faltó al PRI entereza moral para soportar la derrota. El CEN tricolor optó por doblarse, con un retiro prematuro que los deshonra. Evadió la responsabilidad y también el compromiso con sus pares.
Gesto que nos dice mucho sobre la psicología del dirigente, su oportunismo. Por principio es desprecio al proceso, pero también, una grosería para los simpatizantes de ambos bandos, ganadores y perdedores.
Advertidos los resultados por las encuestas previas, MORENO CÁRDENAS optó por un retiro apresurado que además revela su verdadera visión de los procesos internos.
Solo ganando le interesaría competir. Democracia de conveniencia la suya, cuyos protocolos se cumplen únicamente si la abanderada propia tiene posibilidades. De no ser así, abandona la lucha. Eso que llaman arriar banderas. Ya perdí, ya me voy.
Nada le costaba llegar al domingo, permitirle a BEATRIZ PAREDES culminar el proceso de su postulación, conocer los resultados y (entonces sí) levantarle la mano a la ganadora XÓCHITL GÁLVEZ.
Todo se coartó. Y si el malandro de la película es el presidente del PRI, la propia BEATRIZ tiene algo de culpa por permitirlo. Arrestos no le faltan a esta dama voluntariosa y severa.
Bien pudo la tlaxcalteca negarse y cortar de tajo la maniobra escapista de ALITO. Reclamar, incluso, su derecho a ser derrotada en buena lid y no por default. Honrar ese esfuerzo organizativo de tantas personas que tenían por meta el desenlace de este domingo.
Merecía la señora PAREDES culminar el proceso, aunque los números de todas las encuestadoras le fueran adversos. Si algo pudiéramos reclamarle es el haber aceptado y convalidado la graciosa huida de MORENO.
Desplante que en buena medida explica la desangelada celebración de GÁLVEZ este domingo en avenida Reforma, junto al Ángel de la Independencia. Evento básicamente panista y ciudadano.
ALIADOS FANTASMAS
Sabido es que el PRD no pinta. El sol azteca se apaga. A estas alturas su presencia es meramente simbólica, como lo fue el PPS tras la muerte de LOMBARDO TOLEDANO. Un tímido apéndice sin fuerza geográfica ni representatividad social.
En el mismo sentido, el PRI va que vuela para convertirse en un nuevo PARM. Hay un dato escalofriante al respecto. El entrante 2024, por primera vez en 90 años, el partido tricolor NO TENDRÁ CANDIDATO propio.
El abuelo del PRI, llamado Partido Nacional Revolucionario (PNR), fue fundado el 4 de marzo de 1929 bajo la sombra del jefe máximo, PLUTARCO ELÍAS CALLES.
Con LÁZARO CÁRDENAS, cambiaría de nombre en 1938 (PRM, Partido de la Revolución Mexicana) pero no de colores, seguiría regentando los de la bandera mexicana.
El PRI, tal como lo conocemos, nacerá en 1946, durante el tránsito de ÁVILA CAMACHO a MIGUEL ALEMÁN, por igual apropiado del verde, el blanco y el rojo.
Bajo esos tres nombres y colores (PNR, PRM, PRI), entre 1928 y 2000, postuló 14 candidatos consecutivos a la presidencia, de los cuales 13 salieron victoriosos, de PASCUAL ORTIZ RUBIO a ERNESTO ZEDILLO y un perdedor, PANCHO LABASTIDA.
Luego llegaría el pilón, el número 15, ENRIQUE PEÑA NIETO, en 2012, quien resultó ganador después de dos presidencias panistas (FOX y CALDERÓN).
El PRI todavía abanderó un candidato fallido en 2018, JOSÉ ANTONIO MEADE, ciudadano sin partido y con antecedentes inmediatos en dos gabinetes del PAN. Un perdedor al que le queda hoy la marca ingrata de haber sido el último.
En total 16 postulaciones al máximo sitial político del país, la silla presidencial, entre 14 triunfos y dos derrotas. Lo que viene ahora es una participación marginal, pues la señora XOCHITL es panista.
Antes de la elección del 2018 el PRI tenía 17 gobernadores. Tras el proceso de dicho año, se quedó con 12. Hoy tiene nadamás 2 (Coahuila y Durango).
Las cuentas que entrega ALEJANDRO MORENO CÁRDENAS son de bancarrota inocultable. Solo él sabe de qué se ríe. Es hombre que goza sobre los escombros.
PEÑITA, EL ENTERRADOR
Aunque el desmoronamiento empieza con PEÑA, al nombrar un candidato anticlimático, blandengue y sin trayectoria partidista como PEPE TOÑO MEADE. Perdedor nato, quedó en tercer lugar, por abajo de AMLO y RICARDO ANAYA.
Pase lo que pase, los dos símbolos dominantes de la próxima justa presidencial serán el guinda de MORENA y el albiazul del PAN. El PRI marchará como mera comparsa.
Dicen que todo por servir se acaba, pero es una verdad a medias. Antigüedad no es sinónimo de obsolescencia. Las instituciones pueden ser viejas, pero no decrépitas, ni moribundas.
Por citar algunos ejemplos, el Partido Republicano en Estados Unidos data de 1854, de aquí su apodo de “Grand Old Party” (“Gran Partido Viejo”). Su contraparte, el Demócrata, se remonta a 1828, está por cumplir 200 años y hoy gobierna en la persona de JOE BIDEN.
Dos casos más, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) creado en 1879, a partir de una confederación de sindicatos socialistas y el Socialdemócrata Alemán que data de 1863.
El tricolor mexicano, en su tres versiones (PNR, PRM y PRI) cumpliría su primer siglo de existencia en 2029, aunque no sabemos en qué condiciones, si como organización menor, partido bisagra, minipartido satélite, membrete fantasmal o un triste recuerdo.