A los jerarcas partidistas, de corte nacional, claro les queda que esta justa electoral es la madre de todas las batallas.
Por eso, en los últimos días, les han hablado claro y fuerte a quienes dirigen sus comités estatales. Y a los candidatos a senadores y diputados federales uninominales, invitándolos a intensificar la búsqueda del voto que los favorezca en las urnas.
La actitud de esos jerarcas, sin embargo, no ha devuelto la confianza a las estructuras ni a las bases partidista que, a seis de los comicios, sólo cierran filas con las candidatas presidenciales Claudia Sheinbaum Pardo y Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz –considerando que Jorge Álvarez Máynez, por deshumanizado, ya perdió todo lo que había logrado avanzar en esta contienda–, porque sin tratar de esconder nada las militancias también han reconocido que en esta guerra no hay tiempo para la distracción de los abanderados a legisladores.
Esto hace necesario que todos los candidatos le cierren el paso al engaño, a la falsedad y a la mentira, a fin de que los electores recuperen la credibilidad hacia ellos. Sobre todo, si de ganar se trata los ocho distritos electorales, por saber que los comicios no se ganan con promesas ni discursos alegres, sino con votos.
Hay, por cierto, candidatos a diputados federales que por falta de tablas están desperdiciando la oportunidad de ser arietes en la revitalización sus partidos, que hoy más que nunca requieren de militantes íntegros en la contienda electoral y en la práctica ideológica, para conservar los espacios en el Congreso de la Unión.
Los aludidos dan la apariencia de en este proceso electoral estar participando más a la fuerza que por convicción propia; y si aún no han resuelto sus conflictos de intereses y sus lealtades divididas entre su pasado y su presente, es porque carecen del carácter para decidir en qué equipo juegan, a quién sirven, qué intereses representan en realidad.
Y es que luego de abjurar de sus promotores –con posturas por demás ambiguas–, esos mismos candidatos han sufrido tal desgaste que sus figuras hoy sólo mueven a la incredulidad, a la desconfianza, al descrédito, entre los electores de los distritos donde se placean un día sí y el otro también.
Pero los resultados de esa indefinición ya están a la vista.
Y no es aventurado pronosticar que algunos de ellos podrían sufrir serios descalabros el día de los comicios.
Triunfalismo partidista
Las dos coaliciones que participan la actual justa electoral, fundamentan sus apreciaciones en las encuestas y los sondeos de opinión elaborados ex profeso.
De ahí el triunfalismo que cada cual asume y el por qué su claro desinterés para alentar el voto ciudadano que convalide el escrutinio.
Esto mancha la contienda, por un lado, y, por otro, también daña el proceso comicial la reprobable conducta del Instituto Nacional Electoral (INE), que con su ambivalencia se muestra torpe en el despertar de la conciencia ciudadana.
Aun así, nos quieren vender el cuento de que los membretes y el órgano responsable del proceso federal le están echando todos los kilos para promover el voto, como si el pueblo mexicano fuera tonto y no se diera cuenta de la apatía con que se conducen en este sentido.
En el caso de los partidos, igual se buscan sufragios mediante golpeteos mediáticos entre sus candidatos, en lugar de ofertar compromisos tangibles que convenzan al electorado de ser la mejor opción.
Por eso hay tanta indiferencia ciudadana de cara al proceso.
Hartazgo beneficia a morena
Considerando que el Partido Acción Nacional (PAN) no puede o no quiere despegarse de su titiritero Claudio X. González; que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) sigue a la baja y que el De la Revolución Democrática (PRD) trabaja únicamente con el electorado de las entidades donde tiene presencia, las cosas se complican para la alianza ‘Fuerza y corazón por México’.
En tanto, Movimiento Regeneración Nacional (morena) empieza a mermar su posicionamiento; el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) va al alza; y el Partido del Trabajo (PT) se mantiene en el bajo nivel de siempre, por lo que atañe a ‘Seguimos haciendo historia’.
Movimiento Ciudadano (MC), a consecuencia del accidente en San Pedro Garza García (Nuevo León), durante un evento de cierre de campaña, ha venido a la baja por la actitud asumida por Jorge Álvarez, quien no sólo empujó a quien trataba de protegerlo de la catástrofe, sino que dejó abandonadas, prácticamente, a cientos de víctimas que tuvieron que ser atendidas en nosocomios públicos, cuando él fue llevado al hospital privado San José (uno de los más caros del país).
Apatía
A ello obedece la apatía electoral mostrada hasta el momento, y en eso, también, se fundamenta la hipótesis de que los votos que se registren el próximo domingo 2 de junio, en su mayoría surgirán en el campo y a través del corporativismo político-partidista, dado que el sufragio duro, el que se da en la urbe, desde hoy está negado para los membretes y muchos de sus aspirantes a legisladores.